lunes, 31 de agosto de 2015

El principio de curso: Qué hacer para que el vaso no se rompa.


Si vertemos agua muy fría en un vaso de cristal, probablemente éste se quebrará. En educación, los cambios bruscos no siempre son aconsejables, a no ser que hayan sido previstos y prevenidos.


El principio de curso puede vivirse como un brusco cambio de “temperatura”:


De un día para otro, que su hijo pase... de ir con playeras y bañador a ir con zapatos cerrados y uniforme


de llevar el distendido horario propio del verano a tenerse que levantar y que acostar atendiendo al rigor que el nuevo curso exige


de vivir con el desahogo que las vacaciones escolares conlleva a cogerle el paso a un ritmo de exigencia intelectual que al principio es probable que le cause no sólo cansancio sino algo así como "agujetas"...



Para evitar que el vaso se rompa, no está de más que estos días previos al inicio de curso sean vistos y manejados en casa como un aconsejable tiempo de adaptación en el que, por ejemplo, cabe ir:


Reajustando el horario familiar de acostarse y de levantarse; aunque al principio sea costoso las tardes ya anochece más temprano y esto ayuda a regular el descanso.


Acabando, si no se hicieron todavía, las tareas escolares de verano que se mandaron en junio.


Retomando, si es que se llegó en las vacaciones, el hábito de la lectura, que tanto favorece la concentración;

Restringiendo, si es que llegó a irse de madre, el tiempo de televisión y de tableta;

Involucrándolo en la responsabilidad de buscar y de preparar su material escolar: libros y uniformes;


Mentalizándolo de la suerte que es poder acudir de nuevo a su Colegio, donde el curso pasado, a pesar de los normales contratiempos que siempre hay, fue muy feliz;



Recordándole los mejores y más divertidos momentos del curso anterior, así como también las dificultades a las que fue capaz de sobreponerse...


Ayudándole a poner los pies en la tierra: si es el caso, recuperando las calificaciones de junio, colocándolas en algún lugar fácilmente visible de su habitación, revisándolas con él dos meses después, porque es probable que no las recuerde, releyendo la observación final del tutor, la cual era el enunciado de un reto de cara al curso que ahora empieza.


Escribió Antonio García Barbeito, refiriéndose al principio de curso, hace unos años:

"Son días de papel de forrar, de libros nuevos que se abren como preguntas de papel, como misterios de tinta, de imágenes... La niñez tiene una hoja menos, la adolescencia, un asombro menos, y para las dos, niñez y adolescencia, la escuela será un camino que va empinándose, y que si andarlo será duro siempre, será más duro si no se holló bien al principio, y será menos duro si cada pisada fue firme y supuso un aprendizaje".


Asegurar un buen comienzo es mucho. La escuela será un camino que va empinándose, y que si andarlo será duro siempre, será más duro si no se holló bien al principio, y será menos duro si cada pisada fue firme y supuso un aprendizaje.

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